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Columna de opinión: La conservación ambiental ¿puede reducir la pobreza?


La conservación ambiental ¿puede reducir la pobreza?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una serie de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar el bienestar global de las personas. Surgen como una respuesta internacional a los efectos de la globalización y la industrialización, en el marco de aprobación de la Agenda 2030, firmada en 2015 por los 193 Estados miembros de Naciones Unidas. Marcan un cambio de paradigma. Ya no se trata del progreso por el progreso, sino de incorporar la noción de sostenibilidad que pueda garantizar las necesidades del presente sin comprometer a las futuras generaciones.

En síntesis, los 17 ODS son un gran plan para lograr un futuro mejor y sostenible en el tiempo para todos. Cada uno se enfoca en metas específicas que abordan los desafíos globales que enfrentamos, como la desigualdad, el cambio climático, la degradación ambiental, la paz y la justicia. Curiosamente, el primero de estos ambiciosos objetivos, desglosados es el FIN DE LA POBREZA. Y el último de ellos tiene que ver con DETENER LA PERDIDA DE LA BIODIVERSIDAD”. Poniendo el foco la provincia de Chiloé, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Si se aumenta el porcentaje de territorio protegido se podrá, a su vez, lograr disminuir los índices de pobreza?

Desde la perspectiva ambiental, las principales amenazas que enfrentan nuestros ecosistemas boscosos/turbosos insulares son: 1) la deforestación por la extracción de madera (leña) y del musgo pompón. 2) la degradación por el cambio de uso de suelo para fines agrícolas/forestales o de desarrollo inmobiliario. Estas dos actividades (especialmente la primera) son fuentes de ingresos para muchos hogares chilotes que históricamente han vivido de este sustento y que no cuentan con otras alternativas inmediatas para su sobrevivencia. Esa es la realidad. Muchos ven al bosque como un cajero automático con fondos ilimitados. Asimismo, la falta de control efectivo sumado a la ambición desmedida es indesmentible e imparable. Con consecuencias visibles para todos. ¿Acaso no es un hecho de la causa que los camiones aljibes, repartiendo agua en muchos sectores del archipiélago, es una realidad que llegó para quedarse? ¿Y que hablar de sequía en Chiloé será la tónica de los próximos años?

Pero, felizmente, hay voces que plantean alternativas y soluciones. Hay una creciente conciencia y consecuencia ciudadana que asegura que con planes de manejo, regulación y fiscalización estas actividades podrían tener un impacto ambiental menor. Es más: crece en número de personas que reconocen que aumentar los espacios para la conservación puede tener un impacto económico positivo para las personas y comunidades, incluidas las que viven de la extracción de estos recursos. ¿Cómo lograrlo?

Uno de los caminos más factibles a explorar es que la reconversión laboral venga desde un turismo de intereses potenciado por la conservación, donde se pueda fomentar el avistamiento de especies carismáticas y emblemáticas de Chiloé y donde las comunidades indígenas puedan ofrecer experiencias ligadas a la cultura de los pueblos originarios. Abrámonos a buscar con fuerza las sinergias entre el ecoturismo, la protección ambiental y la participación ciudadana en el resguardo de sus ecosistemas, para así, garantizar un mejor futuro, menor pobreza y oportunidades para un mañana más consciente y próspero. Los ODS están cada día más próximos y la meta es materializarlos concretamente en nuestra cotidianidad.

Damián Valdés Piñera
Encargado Comunidad y Extensión
Fundación Parque Tantauco


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